LA MUJER DE HELIO

LA MUJER DE HELIO
Dina Bellrham

sábado, 19 de noviembre de 2011

XVII (POST, POST, POST... INTERVENCIONES BÚRILICAS)

Si ya mi tráquea ha sido violada etcéteras de veces, ahora temen que no sea capaz de atravesar un ofidio en la garganta de algún cuerdo en mitad del quirófano.
Ella se torna histriónica, ladra, espumea bilis frente a su placenta. Asesina los cortocircuitos de las alacenas, y cada gota que derrama del techo-córnea al suelo-mejilla ebulliciona, no llena la copa de Átropos. Aguantar los riñones pupilares es caer de narices a la diestra de mi cruz. Si la vieran reposar en el aire mientras circulan sus sienes en un pentagrama cualquiera. Si nos vieran desnudas saltando como átomos dispares, el vaivén del parapléjico, nosotras acariciando amuletos fallidos, fermentado arañas en mis uñas. ¡Oh, si contaran los lunares del oxígeno mientras invento orgías en mi Aquiles!
Hay tantos árboles durmiendo bajo periódicos, virutas en el césped. Nosotras seremos sus madres, aunque el blanco no va con mis muelas, mis manos otorgarán injertos para seres asinápticos de carnicerías fotografiadas; y al final del día valdrá la pena eso de fabricar narices y bocas a mis llantos, a esos, los mismos, que duermen bajo periódicos.
¿Temen?, si las dos ramas se aman más que cualquier fruto que ha dormido en mi sur.

Derechos Reservados © Dina Bellrham

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