LA MUJER DE HELIO

LA MUJER DE HELIO
Dina Bellrham

sábado, 19 de noviembre de 2011

XV (RECREO)

Mujer, reconozcamos que la muerte en comprimidos a veces viene caducada, comprendamos que enterrarnos alfileres en las alas no frenará el irremediable orgasmo de oreja que nos dejan los de abajo. Suficiente el complejo de ciénaga. Aunque sigamos solas y con la sonrisa en armadores, sabes que el recreo ha llegado, mejor salgamos a buscar lobos en las braguetas de los bosques. Si amar nos toca, arrancaremos el corazón de raíz. Porque eso de lenguas y saliva no va con mi peinado, ni con las sillas de mi nueva alcoba. Tanto miedo que me dejes consumada y esparcida en el smog del orbe. Porque no somos el desayuno del banquero, ni la madrugada del obrero. Mujer, divorciemos los instantes de vaivén, que la mano puede más, desde que nos dieron una costilla de pescado, desde que nos arrancaron del árbol y mordieron la mitad de nuestros pasos. Dopemos a los payasos milenarios, ilesas nos dicen porque los miembros están complejos. Caprichosa nos lamentan porque consumimos el falo más huraño. Mustias nos declaran, sólo porque la palabra regurgita sin pentagrama. Ni la droga, ni los besos de Mefistófeles nos salvan de ese túnel retrógrado que nos pronuncia con sílabas epilépticas. Tenemos que ser fuertes, porque tú mujer, si nos tiembla la ironía de ser mundanas, siempre has tenido el arma en tus encías como plan B.

Derechos Reservados © Dina Bellrham

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