LA MUJER DE HELIO

LA MUJER DE HELIO
Dina Bellrham

sábado, 19 de noviembre de 2011

XIII (DECADENCIA)

Es inaudito que en esa caja de zapatos no entre mi dedo gordo por consumo excesivo de oxigeno y no de gusanos. La mujer de helio ahora es una lamparita de tocador, las hienas le dicen que vino al mundo con un plan. Todos me piensan agnóstica por creer en la muerte tanto como en las lenguas que han pasado por mi boca. Si nos preferimos rotas y desnudas, ustedes botones óseos, qué pretenden colocando mugre en las rodillas. Soy lejana, y qué más da si esto de respirar me vuelve modelo de Botero unos microsegundos, si es tan simple que prefiero la disnea de las sobredosis. Y me resguardo por inercia en las sábanas… (hace frío en mis pies).
Hay costales de palabras fermentadas en las puntas de los pulmones, carbónicas. Preferimos estrujarnos. ¡Ay mujer vente a mis muslos a dormir como un edificio!

Derechos Reservados © Dina Bellrham

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