LA MUJER DE HELIO

LA MUJER DE HELIO
Dina Bellrham

sábado, 19 de noviembre de 2011

IX (MUÑECAS MUDAS)

Hay princesas en la alacena de la casa carente de espectros. He visto sus faldas cual campanas de iglesias marchitas, retumbando pentagramas prolijos en su vientre pueblerino. Mientras el agua inunda maceteros, las princesas salen a buscar dragones alopécicos. Les pesan los kilos de tela en sus entrepiernas, sus alarmas pudoríficas en los pechos.
Cada madrugada cuando todos duermen (incluso yo), salen a observar a la mujer de helio que posa desnuda frente a un lavabo, tiene el arma entre sus dientes, tiene dientes en sus muñecas de espantapájaros , hay planetas mientras sus pupilas se cuartean, le crecen alas en los vocablos, le caben litros en las palmas, se condensan, los ultraja. Hay atardeceres cuando deshabita el mundo. Odio verla, no me escucha cuando disparo plegarias en su lengua quimérica.
He despertado. El sol regurgita su grito de fotones. Mis muñecas están rotas. Hay murciélagos en el techo. Ellos fueron. Ellos bebieron los relámpagos de sus rizos. Mis muñecas se han quedado mudas.

Derechos Reservados © Dina Bellrham

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